domingo, 1 de enero de 2012

El street art de Bansky

Esta entrada se la dedico a ‘Exit through the gift shop’ (Salida por la tienda de regalos), Nominado al Oscar al Mejor Documental. Me ha fascinado su mensaje y, por supuesto, el misterioso Bansky, que incluso ha expuesto en el MOMA.

La película habla de los space invaders o street art: artistas que dejan su huella y expresión de forma ilegal en las calles, de la forma que sea. Así, el espacio urbano se convierte en una gran galería. Se trata del nacimiento de una nueva cultura, que tiene como máximo exponente al graffitero Bansky, conocido por convertir el Muro de Gaza en una galería de arte bajo la amenaza del ejército, criticar el trato a los presos de Guantánamo en Disneyland y colar sus obras en varios museos, entre ellos, el British Museum.

Nos hace reflexionar sobre lo difuminadas que están las fronteras entre las diversas manifestaciones artísticas y sobre el proceso de hacerse famoso: realizar una inversión, aparecer en los medios con polémica y representación de personajes públicos y ya suben los precios como la espuma… Así, una cabina telefónica rota que sería un acto de vandalismo en cualquier ciudad pasa a ser una obra de arte de lujo en una subasta.  Coleccionistas que tenían Picassos y Monets también debían tener un Bansky. Vemos cómo el arte urbano, que surge como crítica al sistema capitalista, se convierte en una mercancía más bajo la tiranía del dinero y los artistas callejeros pasan a los shows de las galerías artísticas. La expresión más vacía y comercial del arte se ofrece en las tiendas de regalos a la salida de los museos, a pesar de que la verdadera expresión está más allá, cuando salimos a la calle.

A través del personaje ficticio de Therry el autor nos muestra que cualquier persona, hasta una sin vocación, puede convertirse en artista. Quizá simplemente baste con imitar, caer en la repetición o tener el respaldo de un personaje conocido. Bansky critica las dos instituciones que controlan el arte: el museo y el mercado, aunque otros autores lo acusan de ‘vendido’  por trabajar para grandes empresas y galerías. Pero los que critican esto también alimentan al sistema capitalista a diario. Bansky podría ser rico si quisiera, pero en internet sigue vendiendo sus obras asequibles porque sigue creyendo en el arte accesible y con estos beneficios seguramente financie nuevos proyectos.


Este párrafo de un reportaje de El País sobre Bansky me ha llamado mucho la atención:

“Los turistas hacen tantas fotografías de sus dibujos callejeros como de los barcos del puerto; su libro se encuentra entre las camisetas y las catedrales de miniatura en las tiendas de recuerdos; a los empleados de la limpieza de los vagones de los trenes de esta ciudad les entregaron el año pasado una guía de arte grafitero para que aprendieran a identificar sus pintadas y conservarlas. Todos son conscientes de que ha creado un personaje a la altura del antifaz, un Robin Hood al revés, que pinta para los pobres, pero al que compran los ricos.”


Os dejo los links de la película y de la página web de Bansky. 




Merecen la pena. Mientras miremos este documental desde el sofá de nuestra casa, el desconocido Bansky (no se conoce ni su nombre ni su rostro) seguirá saliendo de noche a escondidas a pintar graffitis hechos con plantillas en paredes emblemáticas como signo de protesta. 





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